Passeriformes - Suborden Tyranni
El sietecolores un ave de cuerpo pequeño, fornido y colicorta, con alas cortas y redondeadas, y un predominante color negro en sus estilizadas patas y delgado pico. Esta ave deleita con la mezcla de colores de su plumaje, exhibiendo un dorso verde, en contraste, con el azul intenso de su rostro y el amarillo de sus ojos. Corona de color negro con línea roja central y rodeado por una línea superciliar amarilla. Ostenta una garganta blanca, y tonos amarillo limón en el pecho y abdomen con franjas negras en los costados de este último. Alas grisáceo oscuro con franja blanca desde las coberteras a través de las secundarias internas plegadas. Subcaudales rojo salmonada. Especie con leve dimorfismo sexual, manifestándose en la coloración sobria y tonalidades más clara de la hembra. A esta hermosa y carismática ave, le encanta vivir entre juncos, totorales y pajonales de lagunas, ríos, esteros y áreas pantanosas. Su hábito de caza se transforma en un verdadero espectáculo, ya que se desliza a pequeños saltos y vuelos cortos de totora en torora para alcanzar a todo aquel insecto u invertebrado que pase cerca. Por otro lado, con la llegada de la primavera a Chile, comienza otro espectáculo durante la época de anidación de esta especie, en la que se construyen nidos en forma de taza mediante una meticulosa y delicada técnica de tejido de juntos secos y hojas de totora. Se describen 4 subespecies asociada a esta ave, con dos subespecies con presencia en Chile: rubrigastra y loaensis. Pertenece a la familia Tyrannidae, siendo pariente del cazamoscas, colegiales, pitajos, meros, run-run, dormilonas, diucones, fiofios, benteveos, colilargas, trabajadores, entre otros.
Esta ave ha sido reconocida con diferentes nombres según geografía y cultura. Por ejemplo, la cultura mapuche lo reconoce como “Trif-Trif Trome”, y el pueblo guaraní como “Paparí”. Por su parte, en nuestro país es conocido popularmente como “Matraca”, mientras que en Argentina y Paraguay se les reconoce como “Tachurí sietecolores”, y en Perú como “Sietecolores de la totora”. Ha sido reconocido en múltiples ocasiones como una de las aves más lindas de nuestro país, principalmente, entre los aficionados a la observación de aves se le reconoce como un deleite de colores y vida. Su belleza fue capaz de seducir a grandes estudiosos de la aves, como es el caso de Claudio Gay, y Guillermo Egli, quien indica sobre el sietecolores : “sin duda la más linda de Chile”. Por su parte, Claudio Gay, manifiesta su admiración perpleja por esta ave en su texto “Atlas de la Historia Física y Política de Chile”, señalando el carácter mágico que envuelve a esta pequeña e inquieta ave. Sin duda, el preciso y equilibrado despliegue de colores y mixturas hace de esta ave una de las protagonistas de la cultura popular de la zona centro-sur de nuestro país. Por ejemplo, su aspecto policromático se explica a través de la historia de un pequeño pajarito carente de plumas, quien, arrancando de ser presa, se escondió en el taller de un carpintero, y sin darse cuenta, se manchó todo el cuerpo con las pinturas y materiales de él. Con la posteridad le narro su desventura a siete pájaros, y les pidió tres plumas a cada uno, las que fueron adheridas a su cuerpo para dar forma a pajarito sietecolores. Otra historia, señala que después de un gran diluvio, Dios hizo aparecer un hermoso y gran arcoíris, el cual fue, tras numerosos intentos, cruzado por una traviesa e inquieta ave, tiñéndose de los siete colores del arcoíris. Finalmente, la belleza del sietecolores no podía ser ignorada por la poesía y los cuentos. Pablo Neruda hace mención a esta ave en su libro el “Arte de los Pájaros”, así como existen numerosas versiones del cuento infantil “El pájaro de los siete colores” o “Por qué el pájaro sietecolores tiene siete colores”, siendo adaptados para formatos audiovisuales, narrativos, y de tradición oral.
Esta ave es de amplia distribución en América del Sur, destacando su presencia en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Perú, Uruguay, y Chile. En nuestro país, se extiende desde Atacama a Aysén, principalmente en áreas de juntos y totorales asociadas a cursos de agua de poca profundidad como tranque, lagunas, y en menor grado, vegas. Se describe la presencia de la subespecie loaensis en Antofagasta, principalmente en áreas circundantes al Río Loa.
Según la lista roja de la IUCN, esta ave está en la categoría de preocupación menor. La principal amenaza para esta especie es la transformación y degradación de su hábitat por la contaminación, turismo insostenible, potenciales incendios, y en menor grado, por las presiones asociadas a la expansión urbana.